- Luis25 de junio de 2025 03:02
Ita tu hubieras visto, ganas nunca me han faltado, tu sabes; pa un macho yo soy dos y pa un cabrón yo soy tres cabrones Ita. No me amedentró y aunque mis chingadazos me llevé el otro también se llevó los suyos bien buenos, pero no te miento, al principio sí tuve un miedo que me bajó toda la garganta que ni saliva pude tragar, y me dije ahí mismito “¿No que muy macho? ¿no que peleas hasta gratis y desde chamaquito? Ahora te quiero ver papito, y rápido que ya no te queda tiempo pa hacerte hombre" y así se me pasó Ita. La verdad no recuerdo haber estado tan cansado y tan feliz en mi vida, el entrenador me vio condiciones y mis compañeros me dijeron que tenía huevos, empezaron a llamarme “El plumita” y no te miento, me hizo reir un buen; capaz fue lo que hizo que sintiera el cansancio porque me relajé; me reía aún más pensando en contartelo todo porque fue ayer que me dijiste “Mijo, no te achaques, no te preocupes. Dios verá por nosotros” y bien que tenías razón, Dios ha visto por los dos Itita, y ya verás y ya verás… pero no me llores Itita que ya de espera nos queda poco.
No, ya no estoy cansado, estoy bien feliz “el camino hay que caminarlo” ¿o así no me criaste? En todos los días que caminamos por Sonora era lo único que me decías y yo te veía toda morena y de buen andar y me alegraba haber nacido como tu, y no haber nacido güero porque hasta el sol podía aguantar. Itita, y ahí mismo me dije: Yo soy como mi mamá; y mi esposa y mis hijos serán como mi mamá. Por eso soy así de cabrón Ita, porque salí como tú.
De vuelta una señora me dijo “Hijo ¿te pasó algo?” y le respondí “No doña, es que yo boxeo”, se despidió suspirando “Ay tan chamaco” y ahí caí en cuenta que tengo veinte años Ita, y que ya llevo ocho años siendo un adulto. Desde que aprendí a trabajar en la plaza, a ponerle la mano a los cabrones que te ponían la mano a ti, a preocuparme por conseguir una torta para ti en todos tus cumpleaños, a aceptar las humillaciones, los traslados y la falta de hogar. Ita, soy un hombre desde que la virgencita me hizo saber que eramos los dos en el mundo. Y hoy, como me lo hizo saber hace tantos años Ita, la virgencita me hizo saber en mi camino de vuelta y es que estoy en el inicio de un sueño. Y me da miedo madre, porque nunca hemos tenido uno, y no sabemos si se hacen realidad, pero si se hacen realidad Itita, estaré muy contento de irme a dormir diciéndote buenas noches y no pidiéndote perdón por tener que dormir en el piso de la calle otra vez.
- Infantilis Avidya6 de mayo de 2025 15:42
En la biblioteca un niño pasea un diccionario etimológico, descubre por primera vez que las palabras tienen herencia al leer que la palabra alba era a su vez albus en otra lengua, que en la suya también significa blanco. A su vez aprendió que en otro tiempo la palabra rival se refería a aquel que vivía a orillas del río, es decir un amigo para él.
Se sintió incomodo, molesto. Creyó que las palabras servían para encadenarlo a un tiempo — a su tiempo—, y que lo mismo le había sucedido a todas las personas que existieron. Pensó que una persona de hace mil años podría vivir en el futuro si tan sólo hablara como él, o que él podría viajar al pasado si le diera el mismo significado que tenían las palabras hace mil años.
Su emoción aumentó cuando la idea de ser el primer niño del futuro viviendo en el presente le pasó por la mente si creaba nuevas palabras o le daba nuevos significados a las ya existentes. Pero pronto todo se derrumbó para él al entender que de nada servía si los otros no las usaban, no las conocían. Concluyó que a las personas no les quedaba de otra que vivir en su tiempo. Entonces como acto de rebeldía, a su tierna edad, decidió no pertenecer ni al presente, ni al pasado ni al futuro, permitiendo que en su mente y en su lengua y en su voz se reposara el blanco olvido de la palabra.
- El disco de Borges23 de abril de 2025 02:42
Como Zhuangzi lo soñó y escribió, el hombre que soñó ser una mariposa no supo nunca si él era el soñador o había sido soñado. Del mismo tallo se ha constituido la realidad, que no es otra cosa más que una malinterpretación infinita de los estados de la vigilia, el sueño y el despertar.
En una cabaña pequeña que daba al frente de una gran y única roca, la cual daba al frente a un mar de montañas, un joven estudioso parecia leer. Como en reflexión se le vio salir con la mano estirada formando un puño apretado.
Había leído la historia de Borges que contaba cómo un rey cargaba en su mano el tesoro más intrigante de todos los tesoros: un disco de un sólo rostro.
“Es el disco de Odín. Tiene un solo lado. En la tierra no hay otra cosa que tenga un solo lado. Mientras esté en mi mano seré el rey”
El joven recordaba aquel fragmento en loop, cuyo desenlace era el asesinato del rey por un leñador que quiso hacerse dueño del disco; el disco no pudo ser encontrado nuevamente pues en el momento del asesinato cayó en algún lugar del suelo perdiéndose para siempre.
“¿Podría yo tener la convicción del rey?” — Se preguntaba el joven mientras con su mano estirada y su puño apretado imitaba proteger un disco.
La reflexión intelectual lo llevó a pasearse durante veinte minutos por razonamientos, argumentos y laberintos filosóficos que, de a poco, se fueron diluyendo mientras en su pecho se iba despertando una convicción espiritual: “¿Tengo que creer en la cosa para que exista la cosa? ¿Y si el poderío del rey no era muy diferente al del leñador o al de un pescador que sólo son triunfadores ante lo que pueden ver?"
El joven entendía que se estaba poniendo a prueba el concepto de fe, no porque en su mano desnuda fuera a aparecer un disco después por obra de Dios si continuaba en aquella posición, sino porque su espiritu flaquearía de convicción ante cualquier acción que su mente, o la de los demás no pudieran comprender ni anticipar, aun si en su corazón el influjo de saber que se está haciendo lo correcto estuviera presente.
Fue así que decidió continuar con la posición del rey.
Días pasaron desde aquel momento, la idea del disco, del cuento, de Borges, ya habían desaparecido de su memoria; continuando con la mano apretada, postrado de rodillas, tornando su mirada al cielo, parecía sufrir. Muy bajo se escuchaba un hilito de voz orar:
"Padre pongo en ti mi espíritu
hecho de la fragilidad con la que está hecha mi carne
pongo en ti, ¡oh Señor!, mi voluntad
en orden de que tu, padre celestial
la devuelvas a mi fortalecida
y pueda continuar en tu senda.
No me apartes de tu camino
porque si no fuera por tu mano Señor
la fuerza que de mi nace
no sería suficiente… "
La decisión de mantener su mano cerrada, por extraño que parezca, había subido el telón del espejo que reflejaba su voluntad.
En los primeros días luchaba con las ideas de su propia mente, que ante tarea tan sencilla e ingenua, dibujaba los peores escenarios y argumentos psicológicos. Le llegó a aterrar que dentro suyo hubiesen tantas voces.
Al termino del quinto día, cuando su alma aceptó la naturaleza fragmentada de su individualidad, la multitud de voces en su interior pasó a la ausencia de alguna, a la tranquilidad del silencio. Fue entonces cuando el hilito de voz se transformó en una oración clara y fácil de escuchar que decía:
"Me refugié en ti Señor
y me reconociste como hijo"
En su expresión se intuía la felicidad y el agradecimiento que continuó por otros cinco días más. En la noche del décimo día, como si fuese un milagro, su cuerpo cayó vencido por el sueño, y su mano antes apretada, ahora abierta con la palma desnuda, veía caer el disco que por segunda vez se perdía para siempre.